SANTO DOMINGO (R. Dominicana).- El estudio divulgado este miércoles por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y el Instituto Internacional para la Democracia y la Asistencia Electoral (IIDEA) sobre la realidad de partidos políticos en la República Dominicana y la posibilidad de impulsar reformas en su sistema de partidos y electoral antes del 2016, revela contubernios y paradojas entre los actores con respecto al clientelismo y, a la vez, el reclamo de normas para regular la práctica política.
Uno de los primeros resultados del estudio, consistente en una serie de entrevistas con 19 representantes de los distintos partidos y dos grupos de enfoque con la participación de 38 líderes de opinión, sectores académicos, empresariales y sindicales, demuestra que tanto la clase política como la propia población “resuelven” su agenda vital a través de prácticas clientelistas en las que ambas partes se benefician de acuerdo al lugar que ocupen en la escala social, sin dejar de reclamar en todos los escenarios regulaciones y normas a las prácticas de los partidos. La paradoja es evidente. El perro que se muerde la cola.
El estudio se realizó del 11 al 15 de noviembre del 2013. Tal contradicción revela que pese a la insistencia de los actores (sociedad civil, medios, población y clase política) sobre lo pernicioso del clientelismo y, a la vez abanderar en los últimos cinco años un espíritu crítico en procura del adecentamiento mediante una Ley de Partidos, se vislumbra también que “nadie o casi nadie avizora riesgos sistémicos ni institucionales y pocos cuentan con cambios inminentes en las prácticas denunciadas o en el marco normativo”.
También que “la fortaleza” del sistema se sostiene, desde la caída de Trujillo por la apabullante personalidad de los “caudillos fundadores y renovados” lo que ha permitido consolidar y sostener en el tiempo el perfil de una sociedad cohesionada en torno a liderazgos “fuertes” con vocación prebendaria y clientelar.
Es decir, la aparente fortaleza del sistema reposa en renovados liderazgos verticales y en el clientelismo que es a su vez es sostenido por los altos niveles de pobreza y los bajos niveles de educación de la población.
Sin embargo, la investigación destaca que la demanda de modernización de los partidos ha llegado a “un momento de maduración”, que abre una ventana de cara a las elecciones del 2016 y avanza en un consenso generalizado en torno a la necesidad de la Ley de Partidos y reformas a la Ley Electoral.
La necesidad de normativa es fundamental para varios de los consultados quienes valoran las elecciones del 2016 como una “prueba de estrés” que debería ser sorteada con antelación ante lo complicado del panorama con un partido único y una oposición desmembrada.
El estudio fue dado a conocer por Lorenzo Jiménez de Luis, representante residente del PNUD, en compañía de los consultores Juan Rial y Miguel Manzi, quienes realizaron las investigaciones.
Presentes estuvieron en el Hotel Embajador también Monseñor Agripino Núñez Collado, Roberto Álvarez, de Participación Ciudadana, Max Puig, Radhamés García, Amelia Deschamps y otros.
via:dias.comUno de los primeros resultados del estudio, consistente en una serie de entrevistas con 19 representantes de los distintos partidos y dos grupos de enfoque con la participación de 38 líderes de opinión, sectores académicos, empresariales y sindicales, demuestra que tanto la clase política como la propia población “resuelven” su agenda vital a través de prácticas clientelistas en las que ambas partes se benefician de acuerdo al lugar que ocupen en la escala social, sin dejar de reclamar en todos los escenarios regulaciones y normas a las prácticas de los partidos. La paradoja es evidente. El perro que se muerde la cola.
El estudio se realizó del 11 al 15 de noviembre del 2013. Tal contradicción revela que pese a la insistencia de los actores (sociedad civil, medios, población y clase política) sobre lo pernicioso del clientelismo y, a la vez abanderar en los últimos cinco años un espíritu crítico en procura del adecentamiento mediante una Ley de Partidos, se vislumbra también que “nadie o casi nadie avizora riesgos sistémicos ni institucionales y pocos cuentan con cambios inminentes en las prácticas denunciadas o en el marco normativo”.
La contradicción está en los que rechazan el clientelismo sin dejar de beneficiarse del poderLos organismos internacionales son el referente por excelencia para discutir y buscar alternativas hacia una mayor calidad democrática, revela el informe, y son reconocidos por su “neutralidad en las disputas locales y por la legitimidad ganada en anteriores procesos”,
También que “la fortaleza” del sistema se sostiene, desde la caída de Trujillo por la apabullante personalidad de los “caudillos fundadores y renovados” lo que ha permitido consolidar y sostener en el tiempo el perfil de una sociedad cohesionada en torno a liderazgos “fuertes” con vocación prebendaria y clientelar.
Es decir, la aparente fortaleza del sistema reposa en renovados liderazgos verticales y en el clientelismo que es a su vez es sostenido por los altos niveles de pobreza y los bajos niveles de educación de la población.
Sin embargo, la investigación destaca que la demanda de modernización de los partidos ha llegado a “un momento de maduración”, que abre una ventana de cara a las elecciones del 2016 y avanza en un consenso generalizado en torno a la necesidad de la Ley de Partidos y reformas a la Ley Electoral.
La necesidad de normativa es fundamental para varios de los consultados quienes valoran las elecciones del 2016 como una “prueba de estrés” que debería ser sorteada con antelación ante lo complicado del panorama con un partido único y una oposición desmembrada.
El estudio fue dado a conocer por Lorenzo Jiménez de Luis, representante residente del PNUD, en compañía de los consultores Juan Rial y Miguel Manzi, quienes realizaron las investigaciones.
Presentes estuvieron en el Hotel Embajador también Monseñor Agripino Núñez Collado, Roberto Álvarez, de Participación Ciudadana, Max Puig, Radhamés García, Amelia Deschamps y otros.