
La disposición que flexibiliza el horario de despacho de bebidas alcohólicas durante el período de la Navidad, no debe tomarse a la ligera, ni como una licencia para el consumo irresponsable.
La ampliación del horario es una gracia para que los que celebren en las fiestas lo hagan con entusiasmo, pero con sentido de responsabilidad.
En tal virtud, las autoridades deben redoblar sus esfuerzos contra la práctica de conducir bajo la influencia del alcohol. Hace un tiempo se adquirieron alcoholímetros, pero es muy probable que estén en desuso. Esta temporada es una magnífica oportunidad para volver a utilizarlos, y de esa manera recordarle a los celebrantes que deben hacerlo con la mesura debida.
Asimismo, las autoridades deben ser estrictas con los alborotadores y con los que aprovechan las fiestas para dar rienda suelta a sus instintos más elementales. El que se pase, debe amanecer, sin distinciones, en la cárcel.
Disfrutemos la Navidad, pero sin excesos.
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